Doc. 89: Silvas de Francisco de Quevedo alabando el arte de la pintura
SILVA 25
EL PINCEL
Tv, si en cuerpo pequeño
eres, Pincel, competidor valiente
de la naturaleza,
házete l’arte dueño
de quanto viue y siente;
tuya es la gala, el precio y la belleza,
tú enmiendas de la muerte
la envidia, y restituyes ingenioso
quanto borra cruel: Eres tan fuerte,
eres tan poderoso,
que en desprecio de el tiempo, y de sus leyes,
y de la antigüedad ciega y obscura
de el seno de la edad mas apartada,
restituyes los Príncipes, y Reyes,
y la alta Magestad, y la hermosura,
que huyó de la memoria sepultada;
por tí, por tus conciertos
comunican los viuos con los muertos.
Y a lo que fué en el día,
a quien para volver niega la hora
camino, y passos, eres pies, y guía,
con que la ley de el mundo se mejora;
por ti el breue presente
que apenas ve la espalda del passado,
que huye de la vida arrebatado,
le comunica, y trata frente a frente.
Los Césares se fueron
a no bolver, los Reyes, y Monarcas
el postrer passo irrevocable dieron,
y siendo ya desprecio de las parcas,
en manos de Protógenes, y Apeles,
en nueuo parto de ingeniosa vida,
su postrer padre fuiste los pinceles.
Qué Ciudad tan remota, y escondida
díuiden altos mares,
que por merced cortés de tus colores,
no la passeen los ojos,
gozando su hermosura, y sus despojos?
Y en todos los lugares
son, con solo mirar, habitadores,
y los golfos temidos,
que hazen oir al Cielo sus gemidos,
sin estrella nauegan,
y á todas partes sin tormenta llegan.
Tú dispensas las leyes, y jornadas,
pues todas las Prouincias apartadas
con blando mouimiento,
en sus círculos breues,
las camina la vista en un momento,
y tú sólo te atreues
a engañar los mortales de manera,
que del lienço, y la tabla lisongera
aguardan los sentidos que les quitas,
quando hermosas cautelas acreditas.
Vióse más de una vez naturaleza
de animar lo pintado codiciosa,
confessóse invidiosa
de tí, docto pincel, que Ia enseñaste,
en sutil lienço estrecho,
cómo hiziera mejor lo que auía hecho:
tú solo despreciaste
los conciertos del año, y el gouierno,
y las leyes de el día,
pues las flores de Abril dás el ibierno,
y en Mayo con la nieue blanca, y fría
los montes encaneces.
Ya se vió muchas vezes,
o pincel poderoso, en docta mano
mentir almas los lienços de Ticiano;
entre sus dedos vimos
nacer segunda vez, y mas hermosa
Sultana muger de un Gran Turco,
aquella sin igual lozana rosa,
que tantas vezes a la Fama oímos,
dos le hizo de una,
doblando lisongero su cuidado,
al que fiado en sola su fortuna,
trae por diadema blanca media luna;
de el Cielo a quíen ofende coronado
contigo Urbino y Angel tales fueron,
que hasta sus pensamientos los criaron,
pues quando los pintaron;
vida, y alma les dieron.
Y el famoso Español, que no bablaua
por dar su voz al lienço que pintaua;
y por ti el gran Velázquez ha podido,
diestro, quanto ingenioso,
ansí animar lo hermoso,
ansí dar a lo mórbido sentido
con las manchas distantes,
que son verdad en él, no semejantes,
si los afectos pinta;
y, de la tabla leue
huye bulto la tinta, desmentido
de la mano el relieue.
Y si en copia aparente
retrata algún semblante, y ya viuiente
no le puede dexar lo colorido,
que tanto queda parecido,
que se niega pintado, y el reflexo
te atribuye que imitas cual espexo.
En un naipe también te ví atreuido,
o pincel, a criar en los cabellos
de Lisida oro fino,
y luego estrellas en sus ojos bellos,
en sus mexillas flores,
primavera, y jardín de los amores:
y en su boca las perlas
riendo de quien piensa merecerlas.
Ansi, que fué contigo, docta mano
en trengas, ojos, dientes y mexillas,
Indias, Cielo y Verano,
escondiendo más altas marauillas
si de inuidioso de ellas
u de piedad de el que llegasse a vellas:
por tí el lienço suspira,
y sin sentidos mira, habla, escucha,
y por vencerlos lucha:
tú sabes sacar lágrimas, y llanto
dé la ruda madera, y puedes tanto,
que cercas de ira negra las entrañas
de Aquiles, y amenazas con sus manos
de nueuo a los troyanos,
que sin peligro, y con ingenio engañas.
Vemos por tí en Lucrecia
la desesperación, que el honor precia,
y de sangre cubierto
el pecho, sin dolor alguno abierto.
Por ti el gran ausente de su amor se aleja,
lleua (o piedad inmensa!) lo que dexa.
En tí se deposita
lo que la ausencia, y lo que el tiempo quita,
ya fué tiempo que hablaste,
y fuiste a los Egipcios lengua muda:
tú también enseñaste
en la primera edad, sencilla y ruda,
alta Philosophía
en doctos Geroflyficos obscuros,
y los que retiró misterios puros
de tí la religión ciega aprendía:
Y tanto ossaste (bien que fué dichoso
atrevimiento el tuyo, y religioso)
que de aquel ser que sin principio empieça
todas las cosas, a que presta vida,
siendo solo capaz de su grandeza,
sin que fuera de sí tenga medida;
de aquel que siendo padre
de único parto con fecunda mente,
sin que en substancia diuisión le quadre,
espirando igualmente
de amor correspondido
el espíritu ardiente procedido;
de este, pues, te atreuiste
a examinar hurtada semejança,
que de la deuoción santa aprendiste.
Tú animas la esperança,
y con sombra la alientas,
quando lo que ella busca representas.
Y a la Fe lisongera,
que ciega mueue las velozes plantas,
la vista la adelantas,
de lo que cree, y espera.
Con imágenes santas
la caridad sus actos exercita,
en la deidad que tu artificio imita,
a ti deuen los ojos
poder gozar mezclados,
los que presentes son, y los passados.
Tuya la gloria es, y los despojos,
pues breue punta en los colores crías,
quanto el sol en el suelo,
y quanto en él los días,
y quanto en ellos trae, y lleua el cielo.
SILVA 26
EN ALABANÇA DE LA PINTURA DE ALGUNOS PINTORES ESPAÑOLES
Y el famoso Español, que no hablaua
por dar su voz al lienço que pintaua;
por tí Juan de la Cruz docto ha podido,
por engañar mis males ingenioso,
docto quanto eminente
en el rostro de Lisida hermoso,
en vn naipe nacido,
criar en sus cabellos
oro, y estrellas en sus ojos bellos,
en sus mexillas flores,
primavera, y jardin de los amores,
y en su boca las perlas,
huyendo de quien piensa merecerlas.
Ansi, que fué su mano
con trenças, ojos, dientes y mexillas,
Indias, Cielo, y Verano,
escondiendo mas altas marauillas,
o de invidioso dellas,
o de piedad del que llegasse a vellas,
imitándote pudo
el vnico Morante
con pluma sola en él viuificante,
animar quantas cosas
en la tierra produce el cielo hermosas,
reduciendo a dibujo parecido
los rasgos, y los lazos,
que en otros son borrones y embaraços,
formando en confusión de laberintos
los semblantes distintos,
con atención tan rara,
que quando en las dos manos se dispara,
tan veloz obra con los dos estremos,
que vemos hecho lo que hazer no vemos.
Y aquel noble Español, aquel mancebo
Pablo de Villafañe,
que de los dones de Minerua, y Febo,
no ay virtud que la suya no acompañe:
aquel que con los puntos de vna pluma
invisibles visiblemente excede,
quanto en dibujo puede,
fecundando de tinta los semblantes,
que socorridos de colores varios,
no igualaron Apeles, ni Timantes,
quando en corta vitela,
que sus líneas recibe,
nuestra vida percibe
leguas que peregrina con los lexos,
sin sombra, ni reflexos,
en quien el aire tan sutil se apura,
que los ojos le vén por congetura.
Adonde no llegaron los sutiles
Biex, Paser, ni Galo, ni Durero
con plumas, ó buriles;
pues aun el pensamiento
muestra quando le alcança desaliento.
Por tí honor de Seuilla,
el docto, el erudito, el virtuoso
Pacheco con el lapis ingenioso
guarda aquellos borrones,
que honraron las naciones,
sin que la semejança
a los colores deua su alabança,
que del carbon, y plomo parecida
reciben semejança, alma y vida.
Segundo Padre de Escritores claros,
pues sus dibuxos raros
los dan segundo ser tan verdadero,
que no teme la muerte del primero,
por ti el lienço suspira,
y sin sentidos mira;
tú sabes sacar lágrimas, y llanto
de la ruda madera, y puedes tanto,
que cercas de ira negra las entrañas
de Aquiles, y amenazas con sus manos
de nueuo a los Troyanos,
que sin peligro, y con ingenio engañas.
Vemos, por tí en Lucrecia
la desesperación, que el honor precia,
y de sangre cubierto
el pecho, sin dolor ninguno abierto.
Por tí el que ausente de su amor se aleja,
lleua, ó piedad inmensa! lo que dexa;
en tí se deposita
lo que el ausencia, y
lo que el tiempo quita.
Ya fué tiempo que hablaste,
y fuiste a los Egiptos lengua muda,
tú también enseñaste
en la primera edad sencilla, y ruda,
alta Philosophía
en doctos geroglificos obscuros,
y los misterios puros
de tí la religión ciega aprendía,
y tanto ossaste, bien que fué dichoso
atreuimiento el tuyo, y religioso,
que de aquel ser que sin principio empieça,
todas las cosas a que presta vida,
siendo solo capaz de su grandeza,
sin que fuera de sí tenga medida,
de que antes de criar cielo, y abismo,
fué huésped, y hospedage de sí mismo,
de aquel que siendo padre
de vnico parto confecundamente,
sin que en sustancia diuision le quadre
esperando igualmente
de amor correspondido
el espíritu ardiente procedido:
deste, pues, te atreuiste
á examinar hurtada semejança
que de la deuoción sacra aprendiste.
Tú animas la esperança,
y con sombra la alientas,
quando lo que allá buscas representas,
y á la Fè lisongera,
que ciega mueue las velozes plantas,
la vista como puedes la adelantas,
de lo que crece y espera
con imágenes santas,
la caridad sus actos exercita
en la deidad que tu artificio imita;
á ti deuen los ojos
poder gozar mezclados
los que presentes son, y los passados,
Tuya la gloria es, y los despojos,
pues breue punta en los colores crías,
quanto el sol en el suelo,
y quanto en él los días,
y quanto en ellos trae, y lleua el cielo.