La Conquista de Jerusalén por Godofre de Bullón es una de las piezas teatrales contenidas en el manuscrito que el hispanista italiano Stefano Arata descubrió en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, y que presentó públicamente en 1991, identificando así La Jerusalén que Cervantes menciona en su Adjunta al Parnaso (1614) entre las obras que escribió después de su cautiverio. Varias son, en efecto, las semejanzas métricas y dramáticas que este hallazgo tiene con El trato de Argel y La Numancia, y, como éstas, puede fecharse hacia 1585.

Cervantes adapta para la escena el célebre poema épico de Torquato Tasso La Gerusalemme liberata (1581) mediante su propia mezcla de historia y ficción, en la que abundan peripecias propias de la comedia española del Siglo de Oro –identidades falsas, disfraces, reconocimientos finales– y diálogos entre personajes contrastados como los que mantendrán luego Don Quijote y Sancho en la novela de fama universal. La obra, que combina personajes alegóricos y reales, episodios bélicos y enredos amorosos, comienza con la llegada del ejército cruzado a las puertas de Jerusalén para sitiar la ciudad, que sufre bajo el yugo musulmán. Entre las escenas que se desarrollan a ambos lados de la muralla, con los cruzados que acampan para el inminente asedio y los musulmanes atrincherados, se intercalan las historias del amor no declarado de Tancredo por la mora Clorinda y el de la joven princesa Herminia por Tancredo, su antiguo carcelero.

Bajo la dirección de Juan Sanz, la compañía Antiqua Escena, el grupo instrumental La Danserye y el coro Capella Prolationum alternan el texto dramático con música de la época –obras de Juan del Enzina, Mateo Flecha y Francisco Guerrero–, proponiendo así un acercamiento a la puesta en escena original a partir de las acotaciones teatrales del manuscrito. El texto se presenta ahora en una versión abreviada, cuya dicción han asesorado Emilio Gutiérrez Caba y Ana Martín Puigpelat. Ocho actores, cinco músicos y un coro de ocho voces participan en este espectáculo, con figurines de Pepe Corzo y diseño escenográfico de Miguel Ángel Coso. Igual que se hacía en los corrales del Siglo de Oro, los actores encarnan a veces varios personajes para dar vida al asedio de Jerusalén ocurrido en 1099, durante la Primera Cruzada. El final de este montaje nos recuerda que, hoy como entonces, aquellas tierras siguen siendo objeto de luchas sangrientas entre distintos credos.